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Extrayendo la vida del desierto

Pilar cereceda

Extrayendo la vida del desierto

Una concesión que rodea un oasis de niebla en el norte y compartir el milagro de los atrapaniebla son las principales misiones del Centro del Desierto de Atacama, dirigido por Pilar Cereceda.

"La niebla te cautiva y no te suelta nunca más", dice Pilar Cereceda, profesora de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la UC. "Hace 20 años, fuimos con un grupo de alumnos a hacer un levantamiento de datos a la playa Temblador (a 65 kilómetros al norte de La Serena). Cada uno tenía a cargo un tema como la vegetación, la topografía o el clima. El alumno que se encargó de este último contactó al físico de la Universidad Católica del Norte y pionero de los atrapaniebla en Chile, Carlos Espinoza, para que le enseñara a hacer uno. Lo instalamos en la tarde y 24 horas después encontramos 4 litros y medio de agua milagrosa. Fue muy gratificante", recuerda la académica.

Desde entonces, la geógrafa UC, que estaba enamorada del desierto, su climatología y la biogeografía, tuvo que expandir su amor a la niebla, su estudio y todos los beneficios que se pueden extraer de ella. Y fue así como llegó a la instalación y desarrollo de los atrapaniebla y un oasis de neblina que pondría, desde 2007, su trabajo y el de otros geógrafos de la facultad bajo el alero del Centro del Desierto de Atacama.

La niebla que estudia Pilar Cereceda es una nube que avanza desde el mar hacia el continente, llega hasta la Cordillera de la Costa y se mete entre los cerros. "Nos interesa saber por dónde se desliza y dónde hay mayor viento para que pasen más gotitas de agua", explica.

Ese interés se debe a que al poner una malla en el camino de la neblina, como si fuera un mosquitero, la red ataja sus gotas. Éstas son recibidas por una cañería que las encauza hacia una llave o a un tambor de almacenamiento. Por ejemplo, un atrapaniebla de 10 metros de largo por cuatro de alto en promedio es capaz de acumular 200 litros de agua por día. "Una persona en zona rural consume alrededor de 15 litros de agua diariamente, pero a ello hay que sumar el gasto en los animales", explica Pilar Cereceda.

Pero para saber si es factible instalar un atrapaniebla es necesario medir qué tanta neblina pasa por el lugar y es ahí donde entra el trabajo de la académica de la UC. "Mi foco es la niebla o la climatología de la zona de niebla", aclara mientras agrega que es un batallón de estudiantes los que se encargan de la construcción de los aparatos.

La académica UC se concentra en investigar dónde está la neblina, cómo se comporta, qué contenido de líquido tiene, cuánta agua se le puede sacar, con qué se asocia, y si el cerro es adecuado para un atrapaniebla. Para responder estas preguntas se sirve de dos tipos de instrumentos de medición in situ. Son especies de pluviómetros: uno detecta cuánta agua va colectando el neblinómetro y otro mide la cantidad de agua líquida que tiene la masa de aire.

"En los años 80 le dimos agua a la caleta de pescadores El Tofo (Coquimbo) por casi 10 años. Cada casa tenía una llave con agua de la neblina. Se colectaban entre 12 y 15 mil litros de agua al día, con 100 atrapanieblas", cuenta Pilar Cereceda. Este es uno de los mayores logros en los 30 años que lleva dedicada a esto, pero también el dolor más grande que se ha llevado, asegura.

"Se ofreció una planta desalinizadora de agua de mar, por lo que se dejaron los atrapaniebla de lado. La idea no era mala, pero nunca se instaló. Fue doloroso ver morir el proyecto. La gente era feliz, había un huerto de dos hectáreas donde cada familia tenía un espacio, Conaf hizo un bosquecito e instalaron una fábrica para procesar los pescados. Y, de repente, ya no hay nada", dice la geógrafa de la UC.

Pero a pesar de esa espina, no todo el trabajo se ha perdido. Al contrario, está teniendo un alcance mundial. Robert Schemenauer, físico de nubes canadiense, ha sido una de la piezas clave de ello. "Cuando llegó a Chile, después de trabajar en la neblina que afecta a los aviones, se dio cuenta de que lo que él hacía podía servir directamente a la gente y eso lo impresionó mucho", recuerda Pilar Cereceda. "Así que se quedó trabajando con nosotros y fundó una ONG de caridad (fogquest.org), a través de la cual nuestros alumnos instalan atrapanieblas alrededor del mundo", agrega.

Han visitado muchos países haciendo su trabajo. "Fernanda Rojas, quien ya egresó, estuvo en 2011 instalándolos en Marruecos y ahora se va a Tanzania", cuenta Pilar Cereceda. "Pablo Osses, profesor de la Facultad, pasó por los Himalayas, Nepal, y Eritrea. A mí me tocó en la Península Arábica, Perú y Ecuador, entre otros... No solo se trata de la tecnología, sino también de lo social, que es lo más importante, porque trabajamos con comunidades pequeñas y pobres".

Si bien nunca ha tenido un problema grave en sus viajes, éstos no han estado exentos de aventuras. "Fui a Chiapas en la época del conflicto indígena. Los profesores mexicanos que iban conmigo no se atrevían a entrar a las comunidades, por temor a que los involucraran con el comandante Marcos. Así que lo hacía sola, para evaluar si estaban bien puestos los atrapaniebla. Nunca me pasó nada", recuerda.

Y sigue con otro destino: "En Omán fue difícil, porque como las mujeres allá no trabajan, me tuve que llevar un par de alumnos hombres para que ellos dieran las órdenes", cuenta. Pero la aventura no terminó ahí. "Salimos el mismo día en que Irak invadió a Kuwait y, por suerte, no nos enteramos hasta que llegamos a París. Volvimos a Chile sin problemas, pero durante la guerra lo pasé mal, porque tenía un alumno trabajando en la costa cerca del estrecho de Ormuz. Finalmente todo resultó bien", termina.

A pesar de su alcance global Pilar Cereceda quiere llevar los atrapaniebla un nivel más allá. "Estoy convencida de que el grupo de ingenieros de la UC, liderados por Juan de Dios Rivera, y que trabajan con nosotros, lograrán hacer un atrapaniebla más eficiente. El que tenemos es muy bueno y funciona bien, pero necesitamos mejorarlo", asegura la académica. Si lo logran, aliarse con Un Techo para Chile y América Solidaria podría ser el siguiente paso. "Sería fantástico, porque hemos hecho evaluaciones en Haití y Nicaragua, y en Guatemala ya tenemos proyectos", asegura.

Para ayudar a perseguir ese objetivo, Cereceda y Rivera obtuvieron un proyecto Misti UC, que incluye fondos y una colaboración con investigadores del Massachusetts Institute of Technology 


CENTRO DEL DESIERTO DE ATACAMA

Cuando Pilar Cereceda se hizo académica del Instituto de Geografía, en 1973, inmediatamente se integró al equipo del norte grande. "Desde entonces llevamos a cabo investigaciones ininterrumpidamente en Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo. En un principio se trató de proyectos con los gobiernos regionales y en 1980 comenzamos con los atrapaniebla en Coquimbo", cuenta la académica.

Así pasó el tiempo y en 1997 llegaron a trabajar a Tarapacá con un Fondecyt, con el que se concentraron en el estudio de un oasis de niebla a 60 kilómetros de Antofagasta. En esa pequeña zona, en un cerro de la Cordillera de la Costa, y muy cerca de la carretera, la niebla aún hace milagros: en una angosta franja de terreno hay plantas y arbustos que florecen todos los años gracias a ella. "En los años que llueve todo eso se pone blanco y verde, y es como el desierto florido, pero en Tarapacá", explica la geógrafa. Después de mucho tiempo de trabajo nació la idea de pedir la concesión del área para profundizar el trabajo. Pilar Cereceda dice que tenían expectativas moderadas, pero que se llevaron una gran sorpresa cuando les dieron una que abarcaba 1.100 hectáreas. Y así, para poder hacerse cargo de ello, la UC decidió crear el Centro del Desierto de Atacama.

Además de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, son parte del centro las facultades de Agronomía y Ciencias Biológicas; Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos; e Ingeniería. Son entre 20 y 25 los profesores que trabajan en diversos proyectos y su principal objetivo es hacer investigación interdisciplinaria para enfocarla a las regiones.

"Ha sido una vorágine", asegura Pilar Cereceda, quien además es su directora. "Cuando dices centro, se abren las puertas y todos quieren trabajar contigo. Acabamos de inaugurar un proyecto muy emblemático: La ruta de las misiones. Con financiamiento de Innova Corfo, buscamos potenciar el turismo de Arica y Parinacota, creando un camino que incluye los pueblos pequeños de la zona y sus iglesias", cuenta.