Vicerrectoría de Investigación

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Arquitectura con otra mirada

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Arquitectura con otra mirada

A partir de una investigación de la Universidad de Harvard y la Universidad Católica, Alejandro Aravena redefinió el concepto de vivienda social y provocó una verdadera revolución en su área. Hoy, su nombre se ha posicionado como un innovador y su empresa, Elemental S.A., ha sido destacada como una de las mejores en el mundo del diseño.

 

A comienzos del siglo XXI, en Estados Unidos, el arquitecto Alejandro Aravena sostuvo algunas conversaciones que con el tiempo se transformaron en claves de su crecimiento profesional. En ese entonces, había sido invitado a la Universidad de Harvard como visiting profesor para desarrollar un taller del cual no sabía el tema, aunque sí tenía una aproximación: "Mi vaga idea era que si algo caracteriza a Chile es ser un país entrenado en un contexto de escasez, y a mí la escasez me parece una virtud, ya que la considero un filtro contra la arbitrariedad. Esto, en el sentido de que cuando se tienen recursos escasos, no hay tiempo ni dinero para hacer las cosas que no sean estrictamente necesarias".

En ese minuto, el entonces joven profesional de 33 años se desempeñaba como profesor en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC y trabajaba también en una oficina propia –Alejandro Aravena Arquitectos– en la cual, básicamente, realizaba obras ligadas al ámbito institucional: las facultades de Matemática y Medicina, y las Torres Siamesas del Campus San Joaquín, todos recintos de la Universidad Católica, las realizó en ese período.

Hoy, este arquitecto chileno egresado de la UC es considerado uno de los más destacados en el mundo. La revista especializada Icon le dedicó una de sus portadas y lo calificó como el "arquitecto para billones"; es miembro del jurado Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura; fue nombrado International Fellow por el Royal Institute of British Architects. Ha recibido importantes distinciones, como el León de Plata en la XI edición de la Bienal de Venecia, el Marcus Prize 2010, el premio Avonni por el innovador del año y el premio Index (Dinamarca, 2011), entre muchos más. Todo ello por el prisma social que le ha dado a la arquitectura a través de la empresa Elemental S.A., de la cual es director ejecutivo, asociada con la Universidad Católica de Chile y la Compañía de Petróleos de Chile, Copec S.A.

Elemental S.A. es una institución con fines de lucro, pero cuya fortaleza es la innovación y calidad en el diseño de proyectos de interés público e impacto social. En palabras de su fundador: "Es una compañía que busca trabajar en infraestructura, espacio público, transporte y vivienda para capitalizar la ciudad como un atajo a la inequidad".

El origen

"¿Por qué, si la arquitectura chilena tiene tanto prestigio a nivel mundial, la vivienda social es tan mala?", fue la pregunta que le hizo a Aravena su compatriota Andrés Iacobelli, cuando recién había llegado a la Universidad de Harvard en 2000. En ese entonces, este ingeniero en Transportes –quien más tarde sería el primer director del Centro de Políticas Públicas UC y ocuparía altos cargos en el gobierno– se encontraba estudiando un magíster en Políticas Públicas en esa casa de estudios.

"Fue un momento en que se produjo para mí uno de esos match intelectuales profesionales que se dan pocas veces en la vida. A partir de éste, Andrés y yo nos preguntamos: '¿Qué vamos a hacer con esto?' La posible respuesta más adecuada fue: 'Contribuyamos por medio de esta posición de privilegio que tenemos aquí en Harvard pensando mejor la vivienda social'", recuerda Aravena. De esta forma, junto a Iacobelli, fundó Elemental S.A. y su taller en Harvard terminó siendo "Vivienda social", el que desarrolló durante cuatro años, hasta 2005.

La empresa, dice su fundador, "se llama así en referencia a aquello que ya no se puede seguir descomponiendo, el núcleo más duro de algo". Es un "do tank", entendido esto como un espacio donde la reflexión crítica se transforma en acción a través de políticas públicas o alianzas multisectoriales, destinadas a resolver problemas que afectan a gran parte de la sociedad.

Con el apoyo monetario de la Fundación Rockefeller, la Universidad de Harvard y la Universidad Católica, Alejandro Aravena junto a sus alumnos se dedicó primero a conocer y redefinir los conceptos con el fin de llevar las ideas a lo concreto: "Entonces yo ni siquiera sabía qué era un subsidio habitacional y por eso tomé la decisión de utilizar este espacio como un ámbito de investigación, que se enmarcaba perfecto en el tema de la escasez que me interesaba".

En 2001 el Estado chileno otorgaba un subsidio de unos 7.500 dólares a cada vivienda social. Con ese dinero había que comprar el suelo, hacer la urbanización y construir la casa, lo que el mercado traducía como una edificación pequeña –entre 30 y 40 metros cuadrados– y lejos del centro de la ciudad. Así, los conjuntos habitacionales de este tipo se transformaron en sinónimo de segregación y exclusión, y en espacios cargados de problemas sociales y económicos, traducido en un rápido deterioro de los barrios y la calidad de vida de las familias.

El diagnóstico de los investigadores partió por utilizar un parámetro de calidad muy simple: "Yo, ¿viviría aquí?". La respuesta casi obvia fue: "No". Para ellos, el tamaño de una casa en la cual una familia de clase media puede vivir razonablemente bien estaba entre los 70 y los 80 metros cuadrados. Además, el sentido común les decía que todos quienes se compran una vivienda esperan que aumente de valor en el tiempo. "Por eso, nos parecía que no había ninguna razón para que el subsidio habitacional no se comportara como un capital. Trabajamos entonces para que la vivienda social se transformara en inversión y dejara de ser un gasto social", acota Aravena.

En el taller reformularon la pregunta: ¿Por qué no pensamos que este tamaño de 30 a 40 metros cuadrados de la vivienda social, fruto de las restricciones financieras, en vez de ser una casa pequeña, sea la mitad de una casa buena? "Y cuando el problema se formula como la mitad de una casa buena, la pregunta clave es: '¿Qué mitad hacemos?' Decidimos que con fondos públicos lo estratégico y lo eficiente era hacer aquella que una familia nunca iba a poder construir por su cuenta. Identificamos un conjunto de condiciones de diseño que se hacían cargo de esa mitad difícil de la casa y que, a la vez, sentaban las bases para que cada unidad aumentara de valor en el tiempo", relata el arquitecto.

El camino que debieron recorrer para concretar el proyecto no fue nada fácil, pero contó con el apoyo del Centro de Políticas Públicas UC, encabezado ya en aquella época por Andrés Iacobelli, su fundador, de vuelta en Chile. La condición básica fue: todo el trabajo debía hacerse aceptando las reglas del juego vigentes en el país.

"Si nosotros llegábamos a conseguir un solo peso de alguien que nos donara un terreno o hiciera una filantropía, entonces iban a estar todas las excusas de quienes operaban en ese minuto en este mercado para justificarse. Por lo tanto, haber desarrollado y concretado la idea nos sirvió para decir: esto se realiza dentro de la política en curso y no hay ninguna razón para que todos ustedes, actores involucrados –ya sean municipios, gobierno, constructoras o comités de vivienda–, no lo hagan", explica Aravena.

vivienda social

Quinta Monroy

El primer trabajo encargado a Elemental vino del Programa Chile Barrio: hacía 30 años que en Iquique, próspera zona del extremo norte del país, no encontraban cómo resolver con muy poco dinero un asentamiento de viviendas sociales en plena ciudad. La incógnita era: ¿Cómo hacer un proyecto en 5.000 m2 para 100 familias, en un terreno que cuesta tres veces más que lo que la vivienda social normalmente paga, usando un subsidio de 300 UF, que en el mejor de los casos te permite construir 30 m2?

"Me dijeron: 'Si resuelves esa ecuación, el trabajo es tuyo'. Pero nos dimos cuenta de que lo que faltaba no eran recursos sino conocimiento. Por eso creemos que, en el caso de la vivienda social, lo que se necesita es calidad y no caridad profesional", confiesa Alejandro Aravena.

La respuesta de Elemental fue un diseño con una densidad suficientemente alta, en baja altura, que pudiera pagar un suelo caro, pero sin hacinamiento y con posibilidades de crecimiento. Y el resultado concreto: 93 viviendas con un núcleo de baño, cocina y un espacio de estar, en hormigón armado y bloques de hormigón, construcción inicial de 36 m2 y una proyección de 72 m2, y departamentos con una construcción inicial de 25 m2 y una proyección de 72 m2, en un terreno de 5.025 m2 ubicado en el centro de la ciudad de Iquique.

Hasta 2004, Quinta Monroy era uno de los 453 campamentos de Chile. Tras la intervención de la empresa, ahora se llama Conjunto Habitacional Violeta Parra y allí sus habitantes son unos agradecidos del proyecto, porque sienten que pueden hacer una efectiva vida de barrio y son capaces de tomar decisiones respecto de qué quieren y qué es lo que no quieren para su comunidad.

Crecimiento nacional e internacional

Tras resolver la incógnita de Quinta Monroy, Elemental ha aplicado esta idea con éxito a lo largo de todo Chile, siendo sus servicios también solicitados desde el extranjero. En nuestro país, sus viviendas sociales están construidas o proyectadas en la Región Metropolitana, en Lo Barnechea, Lo Espejo, Renca, La Pintana, Pudahuel y Lo Espejo; y en Valparaíso, Antofagasta, Temuco, Rancagua y Tocopilla. Además, ha realizado proyectos en México, Brasil e Italia.

También construye para privados, como un edificio para la farmacéutica suiza Novartis en China, una viña Premium en Alemania, un edificio para Vitra en Suiza o más recientemente el Centro de Innovación Anacleto Angelini en la Universidad Católica. En el área pública institucional destaca su participación en reconstruir la ciudad de Constitución, en la VII Región del Maule, en Chile, totalmente devastada por el terremoto del 27 de febrero de 2010, donde lo interesante fue trabajar con el concepto de ciudad.

"En 1900, un 10% de la población del planeta vivía en ciudades, en 2007 el 50% y en el 2050 será el 75%. Y para nosotros, haber tenido la pregunta antes de cómo resolver este tema significaría estar en condiciones de ofrecer el conocimiento que responde a este desafío. Ese es el paraguas en el que estamos claramente ahora y que, después de Constitución, nos tiene trabajando por encargo de Codelco en el rediseño de la ciudad de Calama", explica el arquitecto UC.

Todas estas iniciativas han sido y serán realizadas siempre desde el contexto de la escasez, que interesa al profesional: "Saber proyectar en contextos de escasez es relevante por la magnitud de la demanda que se vislumbra. En cuanto al diseño, la escasez se refleja en que éste tiene que ser preciso y en que tampoco se le pueda quitar más. Es lo elemental. De esta manera, aportamos a una mejor calidad de vida aquí y ahora, lo que a su vez implicaría un atajo a la inequidad, sin tener que depender exclusivamente de la redistribución del ingreso".


DE POBLADORES A CIUDADANOS

"Una de las cosas más significativas de este trabajo es que las familias que habitan nuestras viviendas sociales adquieren otro nivel de expectativas. Pasaron de pensar cómo llego a mañana, a cómo se proyecta nuestro futuro. Pero, para mí, lo más notable es que los procesos de vivienda son participativos, con la gente sentada en la mesa, donde al otro lado están los dirigentes y los usuarios de las casas. Y eso significa, por cuestiones pragmáticas, empoderarlos para que ellos sean capaces de resolver el tema de la otra mitad de su casa con apoyo técnico. En definitiva, pasan de ser pobladores a ciudadanos", explica Alejandro Aravena sobre la filosofía del trabajo en Elemental.