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El guardián del arte chileno

Gaspar Galaz

El guardián del arte chileno

De la rigurosidad del trabajo industrial, Gaspar Galaz llegó a la Universidad Católica para convertirse en uno de los más importantes investigadores del país, una labor que ha mantenido en forma paralela a su notable desarrollo como escultor.

Gaspar Galaz Capechicacci tenía 27 años cuando le dijo a su familia que abandonaba el negocio familiar para dedicarse a la docencia. "Me voy a la universidad a hacer clases, en la Escuela de Arte, y me dedicaré también a la escultura", le dijo en 1968 a su atónico padre que no creía lo que escuchaba.

Han pasado 43 años de esa escena y, hoy, tras recordarla con su voz profunda y gran histrionismo, el profesor lanza una gran carcajada. Está instalado en su oficina de la Escuela de Arte UC, atiborrada con sus libros y escritos, y aunque el humor predomina en su relato no puede dejar de definir aquel momento como "terrible". Sobre todo para su padre –dedicado íntegramente a sacar adelante su próspera fábrica "Muebles Galaz S. A. I. C."–, quien nunca perdonó su actitud por considerarla una "traición".

"Mi papá me dijo: '¿Cómo te vas a ir de la fábrica? ¿Qué vas a ganar? ¡Te vas a morir de hambre!' Y, claro, sentí de inmediato la diferencia de ingreso entre ser gerente de una industria y profesor y artista. Pero no me arrepiento, todo lo contrario. Para mí, llegar a la universidad y dedicarme al arte significó vivir de verdad. La Universidad Católica se transformó en mi vida absoluta. No concibo mi vida sin la universidad, las dos son lo mismo", afirma con convicción.

Gaspar Galaz formó parte de las generaciones fundadoras de la Escuela de Arte UC, organizada en 1959 por profesores y al mismo tiempo destacados artistas como Rosa Vicuña, Lily Garafulic, Mario Carreño, Nemesio Antúnez y Mario Toral. Pero fue Alejandro Rubio Dalmatti, quien también formó parte de ese grupo, quien lo incitó a estudiar allí por ser un promisorio alumno. Siguió Licenciatura en Arte al tiempo que cursó estudios de pedagogía en el entonces Centro de Investigaciones Estéticas de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UC, entre los años 1960 y 1965, titulándose de profesor de Artes Plásticas y licenciado en Arte con mención en Escultura.

A más de cuatro décadas del episodio con su familia, Gaspar Galaz es ahora un prestigioso escultor –con varias exposiciones en Chile y en el extranjero– y uno de los nombres fundamentales de la docencia y la investigación en arte chileno. Atribuye este interés a la misión que le encomendó su maestro en la docencia y nombre emblemático de la filosofía y la estética de nuestro país, el sacerdote croata Raimundo Kupareo, quien fuera decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación UC en dos períodos: 1956 a 1959 y 1963 a 1967.

"Cuando él me vio en la disyuntiva entre tener que trabajar con mi familia o dedicarme al arte, fue tajante y me dijo: 'Nada de fábrica, tú te vas a dedicar al arte chileno'... Tuvo la visión de darse cuenta de que en ninguna universidad había un curso que contuviera la investigación y la docencia en la exploración de ese mundo hasta entonces desconocido de las artes visuales en nuestro país. Por eso, en 1968, me asignó hacerme cargo de la cátedra de Arte Chileno", dice Galaz.

Recuerda que el profesor Kupareo asistió a observar su primera clase. Y él temblaba. "Pensé que lo había hecho mal... pero tras finalizar me felicitó y me dijo que debía seguir. Pronto me di cuenta de que cuando escapaba de mis labores de gerente de Producción en la industria de mi padre, hacer clases se transformaba en mi tarde de alegría semanal", dice.

Investigador y docente

Desde sus comienzos como académico, Gaspar Galaz se dedicó a archivar todo lo concerniente a las artes visuales de nuestro país y hoy es propietario del acopio de información más completo que se conozca en este campo. Esto incluye un registro fotográfico del trabajo tanto de sus colegas –contemporáneos, anteriores y sucesores– como de todo el material que hay en museos chilenos, europeos y estadounidenses. "Cuando empecé con este registro, los artistas eran desordenados, no guardaban nada; sin embargo, ahora es diferente, porque son más meticulosos y se preocupan de mantener un archivo de sus obras", explica.

Gran parte del éxito en esta materia se lo atribuye a su sociedad intelectual con Milan Ivelic, quien a partir de 1972 le dio cuerpo y sentido a su obsesión por el archivo visual de arte y su investigación teórica. "Nuestro trabajo comenzó a gestarse en 1969 cuando, antes de irse a su magíster en Bélgica, Lovaina, Milan me dijo: 'Podríamos trabajar juntos, Gaspar. No sé si me aceptarías. Piénsalo'. Y cuando regresó le respondí: 'Encantado maestro, pongámosle'", relata.

Junto a este destacado especialista en Estética, también docente de la Escuela de Arte UC y ex director del Museo de Bellas Artes, ha escrito un sinnúmero de libros en torno a las artes visuales de Chile y su historia, transformándose así en ensayista, crítico de arte y curador. Entre sus publicaciones más valiosas están La pintura en Chile (desde José Gil de Castro hasta Juan Francisco González), Universidad de Chile, 1975; La pintura en Chile: desde la Colonia hasta 1981, Universidad de Valparaíso, 1982; y Chile, arte actual, 1989, donde da acabada cuenta del quehacer artístico del país.

Además, Galaz ha sido jurado en certámenes artísticos nacionales e internacionales; ha participado en coloquios, mesas redondas y conferencias en el país, América Latina y Europa; y ha asistido a eventos, en su mayoría con el profesor Ivelic. "Mi gran socio, un tipo de una seriedad impresionante", dice. "Mi experiencia con él ha sido una de las más importantes como teórico e investigador. Estas praxis me ayuda hasta hoy en mis propios trabajos de escritura, docencia y en mis conferencias", agrega.

Pero, asegura, es su labor docente la que le ha traído sus mayores satisfacciones. También profesor de la Universidad de Chile en un corto pero álgido período político (1968-1974), Gaspar Galaz afirma que es en sus alumnos y alumnas donde ve las mayores recompensas de este camino de arte y estudio. "Ellos forman parte de una posta por el arte en la cual participamos todos, son los encargados de continuar con este trabajo. Al principio les cuesta entenderlo y tenemos grandes discusiones, pues en Chile para el artista nada es fácil, pero finalmente ellos y ellas son la herencia que dejamos como maestros", reflexiona hoy, cuando está próximo a jubilar pero decidido a no desvincularse de la Universidad Católica.

"Mis colegas aún me quieren tener aquí", dice él. "Hoy en día, todo ha cambiado. Esto se debe a que, en realidad, en la estructura del ser humano caben y están presentes las más diversas miradas sobre el mundo, la historia, la poesía, las artes visuales. No hay duda de que ahora podemos tal vez tener una mayor certeza de los análisis críticos, al aunar en ellos lo subjetivo, lo emocional, el azar y las teorías, porque las metodologías de campo que se han abierto son infinitas", concluye. 


SU OBRA ARTÍSTICA

La escultura de Gaspar Galaz se caracteriza por el uso de la madera y el metal, en una combinación muy personal que remonta a su crianza en la industria de muebles de su padre, donde aprendió la rigurosidad y el amor por el trabajo. Además, allí se forjó su conciencia social, pues desde los 8 años compartió de igual a igual con el hombre obrero.

"Siendo pequeño empecé barriendo la industria hasta, ya adulto, llegar a desempeñarme como gerente de producción. Compartí mucho con los trabajadores, de quienes aprendí a valorar su esfuerzo por salir adelante pese a su falta de educación", reflexiona.

Gaspar Galaz señala que es difícil intentar explicar su trabajo. "Es un extraño viaje hacia regiones en las cuales han transitado muy pocos. Mi trabajo creativo es la parte clandestina de mi vida. El ser-escultor forma parte de mi mundo personal, tan íntimo que pocos han tenido acceso a él", confiesa. "Mis esculturas hablan del hombre y de la mujer, de lo orgánico y de lo mecánico, de la tecnología y de la industria, de la sexualidad y de la vida, del diálogo entre los opuestos, los llenos y los vacíos, lo entrante y lo saliente, el recibir y el dar, en fin, el encuentro y el desencuentro", describe el artista.